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viernes, 22 de julio de 2011

Los monjes de Aula Dei de Zaragoza no irán finalmente a la cartuja del valle de Ezcabarte


Su nueva residencia será el monasterio de Porta Coeli, en Valencia, elegido por sus condiciones ambientales.

La Cartuja Aula Dei de Zaragoza, uno de los últimos cuatro monasterios de cartujos de España, se quedará vacía en los próximos días. Los monjes que la habitan han decidido marcharse y compartir clausura con sus compañeros de orden en el monasterio valenciano de Porta Coeli. Este traslado, en principio, no afecta al proyecto para hacer una cartuja en el valle de Ezcabarte, autorizado por el Gobierno pero sin licencia de actividad ni de obras todavía. Así lo sostiene el propietario del terreno del antiguo señorío de Náguiz que se pretende utilizar. Joaquín Elizalde lamenta que el proyecto de hace más de seis años todavía tenga trámites pendientes. En el Consistorio no consta ninguna petición de paralización. Los contrarios a la cartuja, sin embargo, dan por hecho que no se hará en Navarra.

La comunidad monástica informó la semana pasada que la decisión de abandonar el complejo fue adoptada por el Capítulo General de la Orden el pasado día 3 de junio. Se buscaba "unificar la Comunidad de Aula Dei y de Porta Coeli en una sola que residirá en la cartuja que tienen en Valencia".

Razones del traslado

El traslado, aseguran, se debe a que "las condiciones ambientales de la Cartuja de Valencia son mucho más benignas y favorables a la vida cartujana" y por su ubicación "en un ámbito mucho más privado". Cuando anunciaron la salida de Zaragoza advertían de que el monasterio había quedado muy cerca de la zona urbana, en el barrio de Peñaflor de Zaragoza, además de contar con unas dimensiones "excesivas" para el número de miembros que formarían la comunidad.

Los cartujos llevan años intentando trasladarse de Zaragoza y llegaron a un acuerdo con el propietario del Señorio de Náguiz, que anteriormente recuperó la iglesia y varias edificaciones del señorío de Adériz, ambos en el valle de Ezcabarte. El proyecto, contestado por una parte del vecindario y de los partidos nacionalistas vascos en el Consistorio de Ezcabarte, ha seguido un tortuoso proceso. Inicialmente rechazado por el Gobierno, hace un año Ordenación del Territorio autorizó su construcción en una zona forestal, atendiendo a las especiales condiciones del proyecto que se llevaba a cabo. Meses más tarde, la mayoría municipal acordó suspender las licencias de obras en el valle, ante la tramitación del plan de urbanismo, y bloqueó en la práctica esta iniciativa. Los detractores querían conocer sí afectaba al plan municipal. Cinco informes pedidos por la entonces alcaldesa desmentían que contraviniera el plan municipal.

Un auto judicial hace unos meses levantó este bloqueo y aunque el proceso sigue, cautelarmente se podía construir y quedaba pendiente de la licencia de obras.

Ese trámite no se ha cumplido. El nuevo alcalde, Pedro Lezáun (Independiente), uno de los ediles del anterior equipo de gobierno que defendía el proyecto, espera que "en la situación en la que estamos, no se escape un proyecto semejante". Además, asegura que no han recibido indicaciones sobre la paralización del proyecto. Según explica Lezáun, el Consistorio ha tramitado su parte respecto a la licencia de actividad clasificada, que depende en última instancia del Gobierno foral.



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