La Comarca de Pamplona
esconde multitud de pequeños pueblos que conservan su carácter a apenas 15
minutos en coche de la capital
Estos concejos o lugares
disponen de todos los servicios necesarios y están tutelados por el
Ayuntamiento al que pertenecen
La tranquilidad de un pueblo a tiro de
piedra de la ciudad. Es la característica principal que comparten la multitud
de pequeñas poblaciones que salpican la Comarca de Pamplona. Pertenecen a los
valles de Elorz, Egüés, Aranguren o Ezkabarte, las cendeas de Cizur o
Galar y Berrioplano. Manejan pequeños presupuestos y dependen de sus
respectivos Ayuntamientos, aunque muchos conservan competencias propias. Y casi
todos ellos están muy bien conservados y disfrutan de todas las comodidades de
la ciudad, con su alumbrado público, las calles en buen estado, el
abastecimiento de aguas y una sociedad donde juntarse. Si hace falta algo más
siempre hay un núcleo urbano cerca.
Los inquilinos de estos pueblos responden generalmente a tres
perfiles. Los que llevan en el pueblo toda la vida y de ahí no les mueven y ni
falta que hace; antiguos urbanitas que huyeron de la ciudad en busca de
tranquilidad y aquellos que mantienen un vínculo (y residencia) con el lugar y
se escapan siempre que pueden, generalmente los fines de semana y en
vacaciones.
BERRIOPLANO
Desde 19 hasta los 4.000
Tamaños dispares
El Ayuntamiento de Berrioplano tutela 10 concejos de lo más
variopintos. Los hay de menos de 50 habitantes (Elcarte y Balliariáin) y
también de más de 4.000, caso de Artica.
Dentro de los pequeños, en Balliariáin por ejemplo solo queda un
vecino de los de siempre. Pero el pueblo ha experimentado un pequeño
crecimiento por las seis viviendas que se construyeron. Nuevos vecinos que han
dado nueva vida al lugar, con dos menores de 10 años y 3 chavales más que no
pasan de los 15. Sin embargo en el pueblo vecino, Elcarte, no son nuevos porque
no hay nuevas casas, lo que supone un problema para los jóvenes. Iosu Huarte,
de 23 años, es el único que vive habitualmente en Elcarte. “Aquí hay poco
futuro porque tampoco hay casas. Mi hermano está fuera y mi hermana también se
ha ido, igual que dos vecinos jóvenes de la casa de arriba. Da pena porque aquí
se vive muy bien, tienes tranquilidad y puedes hacer lo que quieras, pero si no
hay no hay”, explica.
“La gente joven da alegría. Este año nos quedamos escandalizados
por las fiestas tan espectaculares que montaron. Estas cosicas las hace la
gente joven, pero aquí nos quedamos cuatro carca...”, se lamenta el presidente
del Concejo, Javier Huarte.
El
pequeño pueblo de Ballariáin, en Berrioplano, ha visto crecer su número de
vecinos.
fotografía : Iñaki Porto
Vida y
trabajos de pueblo en Elcarte, a escasos 10 minutos de Pamplona.
fotografía : Iñaki Porto
VALLE DE EGÜÉS
De Concejo a urbanización
El caso de Sarriguren
Como están tan cerca de Pamplona, algunos concejos corren el
riesgo de mutar y ser absorbidos por la ciudad. El ejemplo más brutal es el de
Sarriguren, con tres o cuatro casas cuando era pueblo, antes del año 2000.
Ahora suma 10.000 habitantes que han crecido mientras el pueblo viejo, sus
cuatro casas, aspiran a convertirse en un lugar de recreo, con un parque verde
y un auditorio en lo que fue la iglesia. Pero en el Valle de Egüés también
quedan varios concejos que mantienen su carácter de pueblo. En los últimos
años, explica la edil de EH Bildu Amaia Etxarte, los que más han crecido han
sido Alzuza y Egüés, que ha doblado su población. El resto, sobre todo los de
la zona norte, se han mantenido más o menos igual, con un “crecimiento
natural”, y la aparición de unas pocas casas.
COMPETENCIAS
Más o menos tutela
De Concejo a lugar
Cuenta la técnica de Berrioplano responsable de los Concejos que
son entidades de más de 15 habitantes en los que la administración y gobierno
se lleva a cabo por un presidente y una Junta concejil elegida entre sus
vecinos. Cuando la población es menor de 50 habitantes funcionan como concejo
abierto, constituido por todos los empadronados mayores de edad y con un
presidente elegido entre ellos. Y cuando son menos de 15 reciben el nombre de
lugares y ceden enteramente sus competencias al órgano superior.
Los que mantienen su estatus de Concejo, y al margen de acuerdos
puntuales con el Ayuntamiento al que pertenezcan, deben conservar su patrimonio
y aprovechamiento, mantienen los caminos rurales, los cementerios y el
alumbrado público. También se encargan de sus fiestas patronales. Por su parte,
los Ayuntamientos colaboran en la limpieza y mantenimiento de calles y jardines
y arriman el hombro cuando toca alguna intervención de calado.
LOS MÁS PEQUEÑOS
Valle de Egüés. Ardanaz (68), Azpa (25), Echálaz (4), Elía (23),
Eransus (20), Ibiricu (65), Sagaseta (43), Ustárroz (13), Elcano (193).
Valle de Aranguren. Aranguren (89), Ilundáin (6), Laquidáin (6), Zolina (35), Labiano (133).
Valle de Elorz. Guerendiáin (25), Óriz (5), Otano (14), Yárnoz (27), Zabalegui (44), Torres de Elorz (273), Elorz (289).
Cendea de Cizur. Larraya (64), Muru Astráin (60), Gazólaz (135), Zariquiegui (178), Undiano (202).
Cendea de Galar. Arlegui (72), Barbatáin (19), Olaz-Subiza (29), Galar (125), Subiza (191).
Berrioplano. Elcarte (19), Ballariáin (33), Oteiza de Berrioplano (52), Loza (60), Larragueta (88), Añézcar (200).
Valle de
Ezcabarte
Adériz (7), Anoz (5), Cildoz (60), Eusa (54), Ezkaba (7), Garrués
(7), Maquirriain (75),
Orrio (60), Oricán (120), Azoz (150)
En la imagen, el pueblo de Anotz. El más pequeño del Valle de Ezkabarte
Fotografía : Jesús Chueca Zalba
Fotografía : Jesús Chueca Zalba
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